Este concepto implica la construcción de habilidades de lectura, análisis y argumentación con datos.
“Toda tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”. Esta es una de las frases más recordadas del escritor británico de ciencia ficción Arthur C. Clarke, que a pesar de haber sido escrita hace casi 50 años, tiene una gran vigencia en la actualidad.
Uno de los grandes logros del mundo en los últimos 50 años fue el avance en materia de alfabetismo, la habilidad de las personas para leer y escribir. Sin embargo, en años recientes la discusión en torno al alfabetismo ha superado estas habilidades.
El alfabetismo numérico hace referencia a la habilidad para entender y trabajar con números –álgebra, geometría, probabilidad y estadística–. Los últimos resultados del país en las pruebas PISA señalan que sólo el 35 % de los estudiantes pueden reconocer cómo representar matemáticamente una situación simple. A modo de comparación, el promedio de la Ocde es de 76 %.
Los próximos años van a demandar habilidades más específicas. Según el Banco Mundial, las ciudades concentran más del 80 % del producto mundial y consumen cerca de dos tercios de la energía del planeta. Hacia 2050, se espera que 7 de cada 10 personas vivan en ellas. En este escenario, el desarrollo de soluciones innovadoras de la mano de los datos es determinante.
El concepto de alfabetismo de datos implica la construcción de habilidades de lectura, análisis y argumentación con datos. No es necesario hacer una carrera intensiva en matemáticas o sistemas para desarrollar estas habilidades; para la mayoría de las personas esto significa construir una intuición para entender la información disponible, cómo se obtuvo y si es relevante para una discusión en particular.
Es decir, comprender la cadena de valor de los datos: captura, análisis y toma de decisiones.
Entender y aplicar efectivamente esta cadena de valor puede traer beneficios inmensos para las ciudades. Por ejemplo, la ciudad de South Bend, en Indiana, minimiza la cantidad de aguas residuales que llegan al río de la ciudad, a través del uso de sensores y válvulas inteligentes que envían alertas de desbordamiento a las autoridades y redireccionan automáticamente el flujo en la red de alcantarillado.
Para que Bogotá se convierta en un referente latinoamericano en este tipo de soluciones y asegure la oferta de servicios que demandarán los bogotanos del 2050, se debe diseñar un plan estratégico para el desarrollo del alfabetismo de datos, que involucre a las múltiples partes interesadas y asegure su sostenibilidad en el tiempo. En últimas, debemos apuntar a que las soluciones basadas en datos no sean asuntos mágicos, en palabras de Arthur C. Clarke, y sean parte del lenguaje de los ciudadanos y del kit de herramientas para resolver los retos de la ciudad.